Revista de Bajos

Contrabajo Slim Bass

El contrabajo que hoy analizamos en Bajos y Bajistas es de esos instrumentos que tienen un pequeño secreto que no es del todo aparente en un primer vistazo.

De hecho si lo ves de frente apoyado en un soporte no se distingue en absoluto de un contrabajo ¾ europeo estándar. La sorpresa viene cuando lo ves de lado y descubres que el fondo es de sólo 9.5 y 10cm (aro superior e inferior) en lugar de los más habituales 20 y 21cm. Lo cierto es que esa es la única diferencia respecto a un contrabajo normal, pero es lo suficientemente significativa como para que este instrumento pueda perfectamente convertirse en tu aliado en cantidad de ocasiones.

Son muchos los intentos por parte de fabricantes por aportar soluciones a los contrabajistas desde hace décadas. Los dos problemas más habituales son el transporte y la amplificación del mismo, seguido quizás por los problemas con los vecinos al practicar por el volumen acústico del instrumento. Pues bien, este instrumento denominado de forma acertada “Slim Bass” viene a solucionar algunos de esos problemas.

Uno de los contrabajos más populares que desde hace ya muchos años podemos ver en los escenarios es el Czech-Ease diseñado por David Gage, el cual básicamente es un ¾ con la parte inferior del cuerpo recortada, requiriendo una pica larga. Artistas como Dave Holland, Esperanza Spalding, Chris Wood, Harvey S y muchos otros lo usan continuamente por su facilidad de transporte sin perder nada en cuanto a referencias al tocar. El inconveniente más grande es que el sonido acústico, lógicamente, sufre mucho, convirtiéndose en un instrumento casi exclusivo para usar en escenarios con amplificación (aunque en estudio también se puede microfonear).

Además la pica tan larga resta un poco de estabilidad al instrumento, de modo que puede moverse demasiado, sobre todo si tienes un toque enérgico o te gusta moverte al tocar. El precio también es un factor que echa a muchos contrabajistas atrás, ya que no es precisamente barato (a partir de 5000€ según opciones, flight case aparte).

Conscientes de esta situación, desde Doctorbass hemos intentado aportar al mercado una solución que sinceramente creemos que está haciendo más fácil la vida de muchos contrabajistas.

 

 

Descripción

El instrumento está construido en Rumanía por una empresa que lleva muchas décadas dedicándose a producir instrumentos de cuerda frotada y que accedieron a nuestra petición de fabricar un contrabajo más estrecho pero con algunas características especiales que lo separan de un modelo base que ellos llevan haciendo ya unos años

Con la intención de que fuera un contrabajo bien hecho pero asequible optamos por unos aros y fondo de arce ligeramente flameado, una tapa de abeto, un diapasón de ébano. La forma es tipo “gamba” y el tiro de cuerda son unos comodísimos 102cm. Ahí empiezan las diferencias con el modelo de serie que hace esta fábrica. Lo que hicimos fue encargar primero un contrabajo Slim normal (similar al que puedes encontrar en algunos almacenes), lo probamos a fondo y a continuación encargamos a la fábrica la producción para nosotros con las siguientes modificaciones que sinceramente creemos que marcan la diferencia:

1- Montar un puente ajustable que permita una acción lo más cómoda posible, pudiendo tener las cuerdas realmente muy bajas (ideal para pizzicato) o una altura media (perfecto si vas a hacer más uso de arco).

2- La cejilla está rebajada para que sea muy fácil tocar en las primeras posiciones. De fábrica esta pieza viene muy alta y no es muy agradable tocar en esas posiciones que es, al fin y al cabo, donde nos pasamos la mayor parte del tiempo.

3- La curva del diapasón está corregida (de fábrica no viene del todo bien)

4- Incluimos una funda de transporte especial para el tamaño del instrumento (no viene de serie)

5- Nuestro instrumento tiene un tiro de cuerda de 102cm, mucho más cómodo que el habitual en ese modelo de 105cm

6-  Las cuerdas de acero que monta, sin ser cuerdas tope de gama, son mejor que las que normalmente traería este instrumento y de hecho se pueden usar. Las estándar que trae son lo que llamamos “cuerdas de cortesía” y hay que cambiarlas inmediatamente.

 

 

Como curiosidad diremos que además de este modelo standard para jazz, folk, clásico, etc., también encargamos un contrabajo Slim Rockabilly y este está especialmente indicado para ese estilo de música. Las diferencias fundamentales son:

  • La altura regulable del puente va de una acción media a alta (ideal para slap)
  • La cejuela se ha cortado para admitir cuerdas de nylon o de tripa (más gruesas que las de acero)
  • Tras probar varios juegos de cuerdas, decidimos que este instrumento viniera montado con las Rotosound RS4000 de Nylon, ideales para slap pero aptas también para un sonido de pizzicato old school similar al de la tripa. Son cuerdas con muy poca tensión y por tanto muy fáciles de tocar ya sea en pizzicato normal o usando el slap más agresivo.

En uso

Lógicamente, las dos primeras cosas que te preguntas cuando sacas el instrumento de su funda blanda (funda estrecha, claro) son: cómo sonará acústicamente y si se nota diferencia al transportarlo. Vamos a ello.

Empezaremos por el apartado de la movilidad. Si bien la altura y anchura de este contrabajo son idénticas a las de un ¾ de toda la vida, lo cierto es que ese fondo estrecho hace que lo puedas colocar en cualquier rincón de tu casa de un modo mucho más sencillo. Si lo dejas en el suelo apoyado de lado, por ejemplo al lado de una cama en un apartamento, la diferencia de espacio que ocuparía un contrabajo normal es más que notable. Pero lo mejor viene a la hora de meterlo en un coche ya que entra sin mayor problema en los asientos de atrás, algo que con un contrabajo normal es misión casi imposible. Y si tu coche tiene portón trasero, sencillamente te entrarán muchas más cosas en el maletero. Vamos, que se nota y mucho.

La sorpresa viene al escucharlo acústicamente. La verdad es que esperábamos un sonido pequeño y delgadito (como el propio instrumento), digamos en onda del Czech Ease o menos, pero la verdad es que es todo lo contrario. Esto nos dejó fuera de juego. Resulta que el instrumento tiene prácticamente el mismo volumen que un contrabajo estándar… ¿cómo puede ser esto? Una vez pasada esa reacción inicial lo comparamos con un contrabajo normal y este ofrecía un poco más de volumen (muy poco) pero eso sí, una respuesta de graves superior, algo que era de esperar. Al fin y al cabo, la física funciona.

Lo que ocurre en este caso es que esta pequeña limitación acústica en cuanto a la respuesta atenuada de graves resulta ser beneficiosa al menos en dos situaciones muy habituales: el sonido traspasa con más dificultad los muros de nuestra vivienda, molestando menos a vecinos (algo que es realmente problemático para muchos contrabajistas) y por otra lado, al ponerle una pastilla tiende a hacer menos “bola” y acoplarse menos en grave, convirtiéndose en un gran instrumento para el escenario, donde además mantienes la estética de un contra de toda la vida (algo que no cumple ni el Czech Ease y menos aún un contrabajo eléctrico).

Lo bueno es que eso se consigue además en un instrumento donde no tienes que adaptar en absoluto la técnica (enseguida te adaptas a los aros estrechos incluso si apoyas el contrabajo contra tu cuerpo).

 

El puente ajustable permite instalar una pastilla David Gage Lifeline o bien una Fishman Full Circle, aunque también funciona perfectamente la Realist de siempre bajo el puente o el micro de contacto LARS, si bien es cierto que en este caso localizar la posición idónea del LARS nos llevará algo más de tiempo debido a que este instrumento resuena diferente a un contrabajo estándar.

Conclusión

Podríamos terminar este análisis diciendo que el Slim Bass mata varios pájaros de un tiro: soluciona problemas de almacenamiento en casa, de transporte y de amplificación. Todo esto en un instrumento de aspecto tradicional, cómodo de tocar, bien montado y con un precio asequible a todos los bolsillos. Si tienes oportunidad te recomendamos que lo pruebes porque te puede sorprender y te puede solucionar la vida.

Texto y fotos: Joaquín García

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