Revista de Bajos

1970´ Höfner – 182

Hoy traemos a Bajos y Bajistas otro curioso instrumento con más de medio siglo de vida. Y como suele ser lo habitual, detrás de tanta vida siempre hay una o varias historias no menos curiosas que el propio instrumento. Se trata de un Hofner 182, un modelo de bajo completamente desconocido para la inmensa mayoría de nosotros hasta hoy (me incluyo), pero que sorprendentemente la marca alemana comercializó desde 1960 hasta mediados de los años 80. ¡Ahí es nada!

Primero una breve “biografía” de este bajo en concreto, luego la historia del modelo de manera sucinta y, por último, un repaso a su construcción, electrónica y sonido.

 

«Tu» primer bajo siempre es especial

Nos cuenta su dueño que este es el primer bajo que tuvo y que está feliz de conservarlo después de tantos años. Lo más anecdótico es que sus padres se lo compraron en el Corte Inglés cuando él era un preadolescente en 1972. El establecimiento de compra puede resultar realmente chocante, pero el panorama en la década de los 70 nada tiene que ver con el actual: no había muchas tiendas de música, más bien muy pocas, y además nos confiesa que era el único sitio donde sus padres podían pagarlo a plazos. Ocho mil pesetas tuvieron la culpa (48 euros en una hipotética conversión).

El bajo data de 1970, o sea que tardó dos años en completar su viaje de la fábrica hasta llegar a sus manos y cumplió con creces durante tiempo la función para la que fue adquirido: aprender a tocar, formar su primer grupo y dar sus primeros “conciertillos” en el salón de actos del colegio. Por su condición de bajo de escala corta, su mástil estrecho, y consecuentemente la poca distancia entre cuerdas, y por su cuerpo reducido y ligereza, no hay duda que fue un excelente instrumento de aprendizaje para un chaval de apenas 12 años. Y una última información: los bajos Hofner, al parecer (yo no lo sabía), se datan por el número de serie que se encuentra en el interior de la electrónica, y como no íbamos a desmontar el instrumento, pues damos por bueno el dato que nos proporciona su dueño.

El modelo no hueco de Höfner

El modelo 182 de Höfner nació como la versión en bajo de la guitarra 173 de cuerpo macizo. Era una guitarra, y por ende igual pasó con el bajo, cuya forma era muy poco original y seguía las pautas de diseño de la omnipresente Fender por aquella época. Inicialmente se ofreció con la opción de 1 o 2 pastillas. Salió al mercado a finales de 1960 con la premisa de marketing de ser “el bajo no hueco” de Höfner. Las primeras unidades se vendieron en las tiendas de Londres, y posteriormente, en 1961, ya apareció en las listas de precios de la marca alemana y fue poco a poco llegando a las tiendas europeas.

A lo largo de sus muchos años de comercialización, el modelo sufrió diversas variaciones en cuanto al tipo de pastillas, puente, clavijas de afinación y otros detalles que serían muy largas de enumerar aquí, pero sí mantuvo una constante: su electrónica solía variar de acuerdo a las variaciones implementadas en su “hermano hueco”, el archifamoso Höfner de violín, el Höfner Beatle, y siempre se mantuvo fiel a la placa de controles tan única y exclusiva de la marca a través de los tiempos en sus bajos más icónicos.

 

Höfner 182

 

El bajo hoy

La primera sensación al coger este bajo entre las manos es que parece más una guitarra que un bajo. Con poco más de 2 kg de peso y un mástil que hasta la mano más pequeña puede abarcar y “engullir” con facilidad, la escala corta y el cuerpo de tamaño reducido es lo que transmiten. Incluso la forma de la pala y las clavijas de afinación de tamaño “bandurria” contribuyen en gran medida a esta percepción táctil y visual de guitarra.

La unión del mástil al cuerpo es mediante una placa con cuatro tornillos. Me ha llamado poderosamente la atención que el acceso al ajuste del alma se hace con una rueda con orificios, igual que la que montan los bajos Sadowsky y Music Man desde hace mucho tiempo, y que es el mejor, el más cómodo y preciso de los sistemas con mucha diferencia sobre el siguiente. Y digo que me ha dejado muy sorprendido porque yo pensé que este sistema era cosa de la excelencia constructiva de las mencionadas marcas. Es más, ahora marcas como Fender empiezan a incorporar este sistema a algunos de sus modelos, y yo creía que era un “avance” de estas marcas hacia la modernidad. Pues resulta que hace más de 40 años esto ya pululaba por el mundo… ¡Qué cierto es ese refrán que dice “nunca te acostarás sin saber una cosa más”! Una puntualización: documentándome a base de fotografías encontradas por internet, sobre todo en el pozo de sabiduría “hofneriana” que es www.vintagehofner.co.uk, he podido comprobar que este vanguardista adelanto solo se puede documentar en los años 70, no antes.

Por lo demás, solo tenéis que mirar las fotos para ver lo “chulo” que es este bajo de otra época. Bonito acabado sunburst, bien cuidado pero con unas cuantas marcas de uso que le dan solera y categoría, y en perfecto estado de uso. Todo en él es original a excepción de las clavijas de afinación, que tuvieron que ser recambiadas porque una de las originales se partió y ya se remplazaron las cuatro para que fuesen iguales. Eso sí, con unas de la época y de la marca, para no desmerecer.

Vamos con la electrónica y el sonido. Las pastillas son de tipo “blade” (cuchilla), uno de los dos tipos principales de pastillas utilizadas por Höfner en sus bajos. El otro modelo de pastillas es el llamado “staple” (grapa), y reediciones aparte, de modo genérico las pastillas de tipo “staple” pertenecen a los años 60 y las “blade” a los 70.

La pastilla de agudos (puente) tiene una señal más débil y fina que la de graves (mástil), y a mi gusto un tanto inservible para funcionar sola. Sin embargo es un estupendo compensador sonoro de la de graves, que es algo mugiente cuando se aisla para que suene sola. Una resumida evaluación sonora puede hacerse diciendo que si quieres que el bajo suene potente y un poco agresivo, entonces hay que recurrir a la pastilla de graves en exclusiva, y si quieres un sonido algo más redondo y templado, más melódico y polivalente, entonces hay que abrir ambas. Algo así como echarle un poco de leche fría a la leche muy caliente para beberte un café a temperatura de degustación.

 

Y estas combinaciones no se alcanzan con la típica configuración de volúmenes independientes para cada pastilla o un pote de balance entre ambas, si no con el clásico panel de control “made in Höfner” que es más bien un pequeño despropósito, pero que se le perdona todo porque ha sido el depositario de algunas de las líneas de bajo más elegantes de la música moderna. Por supuesto, hablamos de Paul McCartney. Nos llevaría un buen trecho de texto, y lo mismo al final no seríamos capaces de habernos explicado bien, comentar todas las combinaciones que se producen subiendo y bajando los tres interruptores, que además están rotulados al revés de la lógica esperable para lo que dicen, pero así son los bajos Hofner, y todos los que han tenido uno con esta configuración lo saben bien. Pero al final, te acostumbras y le encuentras el punto.

Quisiera añadir que en este bajo no existe control de tono y que todos los matices hay que buscarlos en la combinación de interruptores para generar la activación/desactivación de pastillas, y en caso de ambas activadas, matizarlos según la mezcla que hagamos mediante el mando giratorio de volumen de cada una de ellas. Y por supuesto, también con la colocación de la mano derecha, ya que en un bajo de escala corta (30 pulgadas) como este, el lugar de pulsación de las cuerdas es más sensible a alterar el timbre que en un bajo de escala larga.

El bajo sueña añejo, y bien añejo. Las cuerdas que tenía eran entorchadas, lo cual hace que crezca algo en apertura el sonido, y también en sustain, lo que no le viene nada mal a este instrumento, que como podéis imaginar no se caracteriza por su gran proyección ni por la enormidad de generación de armónicos. Me hubiese gustado probarlo con cuerdas planas, como en su día salió de la fábrica, pero no fue posible. Me imagino que habría sonado más “beatle”, aunque con ese punch extra que te da un cuerpo sólido frente a la oquedad y calidez del Höfner de violín.

Y en cuando a la utilidad más allá de sacarlo de su funda y venerarlo como a los restos de un santo, diré que es un bajo cómodo, pequeño, muy ligero y transportable, y con un sonido aceptable para estudiar, llevarlo en las giras o de vacaciones, etc. Incluso para tocar en plan informal con colegas o en entornos de música acústica o “retro”. Y con un pedigrí y un pasado suficientes como para contar muchas historias si, además de sonar, pudiese hablar. En definitiva, envidia sana: ¡cómo me gustaría conservar mi primer bajo, aunque no fuese el mejor del mundo!

 

Höfner 182 headstock

 

Pieza de colección, precio coreano

Una experiencia divertida fue tocar con este bajo, sí señor. No cabe duda de que para su dueño significa unas vibraciones que nada pueden significar para otros, pero cuando llegué a casa después de la prueba, lo primero que hice fue empezar a “googlear” para documentarme sobre él y pude constatar que hay muchos más por ahí, en las colecciones, de los que imaginaba cuando me lo “presentaron”. Y a precios en el entorno de los 450 euros, más o menos, más caros los más antiguos y más baratos los más modernos, como manda la ley “vintage”. Y me entraron ganas de tener uno. Estaré vigilante a las fuentes habituales de Ebay, Gbase, Vintage and Rare, etc., por si se me cruza alguno. Porque una pieza de historia bajística por ese dinero, entra dentro de mis sueños realizables.

Jerry Barrios

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