Revista de Bajos

Andrés Rotmistrovsky

Entrevistamos hoy a este gran bajista argentino quien pese a tener ya una dilatada carrera como músico, ha llegado a muchos más bajistas durante este último año gracias a una serie de cursos online muy completos que han permitido a miles de músicos avanzar en su instrumento en una época en la que todos nos hemos visto recluidos en casa más tiempo del que nos habría gustado.

 

Podemos afirmar de primera mano que todo el material que ha desplegado Andrés Rotmistrovsky no son meras lecciones de bajo sino que van más allá, haciendo hincapié en una metodología de estudio muy ligada a un compromiso de estudio diario con un reloj delante que tiene como finalidad conseguir que lo aprendido se quede fijado en nuestra mente. El hecho de dedicarle a un ejercicio un tiempo prolongado y hacerlo de forma repetitiva tiene muchas ventajas ya que asimilamos la información de un modo mucho más efectivo donde se conecta la parte intelectual y la física de modo que se gana en precisión y seguridad en un periodo muy corto de tiempo.

Hemos tenido la suerte de coincidir con Andrés varias veces cuando ha visitado España y nos consta que no sólo es un bajista increíble sino también una persona tremendamente amable, generosa y con una visión global sobre mucho aspectos del bajo, la música, la educación y la vida en general. Nos encanta la gente así, de modo que nos parecía importante que tuviera una repercusión en las páginas de Bajos y Bajistas.

Aprovechamos para decir a todos los lectores de Bajos y Bajistas que desde hoy vamos a tener una columna dedicada a didáctica donde Andrés compartirá algunos de sus conocimientos. Seguro que esto va a resultar tremendamente inspirador para todos.

¿Cómo fueron tus inicios musicales y en qué momento te decidiste a profesionalizarte?

En mi casa siempre se vivió un clima de mucha contención y libertad, eso fue una plataforma para cuidar e impulsar mi curiosidad por las artes. Mi madre es artista plástica, y ella nutrió mi fascinación por el mundo del arte; me pasaba todo el día inventando historias y personajes en el papel. En casa teníamos también el ritual de escuchar música, discos enteros de música clásica, swing y rock sinfónico. Recuerdo vívidamente escuchar con mi padre los Conciertos de Brandenburgo (J. S. Bach), mientras que inventábamos historias acompañadas por cada pieza musical. Esa fue mi primera escuela de música: la que me enseñó a conectar el sonido con emociones, y a pensar en el bajo eléctrico como un medio para dibujar.

En el año 1996, comencé a interesarme por tocar música. Me cautivó la profundidad del sonido del bajo eléctrico, y por sobre todas las cosas, lo que más me llamó la atención fue el misterio alrededor del mismo; en esa no había mucha información del instrumento a mi alcance.  Yo era muy introvertido y no tenía muchos amigos, me la pasaba dibujando. La música comenzaría a ser un espacio para abrirme a más al mundo y socializar, aunque al mismo tiempo me hacía sentir seguro la idea de no ser el “centro de atención”.

El 2 de agosto de 1996 fue el día en el que toqué un bajo por primera vez, cuando fuimos a una tienda de música y me regalaron mi primer bajo, un Fender Jazz Bass japonés que aún me acompaña. Yo ya estaba completamente seguro de que quería ser músico y bajista para toda la vida; es una seguridad tan fuerte la que tuve, que me resulta difícil de explicar. Y así fue como ese día cambió mi vida para siempre.

Tuve la enorme suerte de contar con un gran maestro al momento de dar mis primeros pasos, Roberto Moreno, que me contagió el amor por el bajo eléctrico, me inspiró a practicar, y además confió en mí al conseguirme una beca en un ensamble de jazz en donde estudié 6 años.

Desde el principio tuve la suerte de aprender a practicar —y dedicarle muchas “horas de vuelo” al instrumento— y eso me abrió puertas profesionales. No creo recordar el momento preciso en el que decidí ser músico profesional, porque fue algo que se dio naturalmente a través de mi total compromiso con la música.

Desde mis inicios, a los 14 años comencé en el camino profesional de la música, desde ese momento no he dejado de trabajar ni de practicar.

¿Qué supuso para ti el paso por la escuela de Berklee en Boston?

Soñaba con estudiar en Berklee College of Music, y gracias a una beca que recibí pude viajar a Boston y completar la carrera de Jazz Composition. Estuve en la universidad desde el 2004 al 2007, allí tuve la suerte de estudiar con leyendas como Matt Garrison, Joe Lovano y Terry Lyne Carrington.

Fueron tal vez los años más intensos de mi vida: no dejaba de practicar bajo, contrabajo, y pasaba muchísimas horas al piano componiendo. Además practicaba un poco de batería, iba a clases, ensambles, presentaba trabajos prácticos (de música, de Historia del Arte y de Inglés también), y sobre todo: tocaba con muchísima gente de todo el mundo los 7 días de la semana, por horas y horas. Casi no dormí en esos 3 años. Es una etapa que atesoraré por siempre, por tanta música y tanta intensidad en mi formación.

Como yo ya sabía que quería ser bajista, decidí estudiar algo diferente: composición (en vez de performance). Admito que en esos tiempos lo veía un poco como una pérdida de tiempo, y me preguntaba: “¿tiene sentido pasar tanto tiempo estudiando armonía y contrapunto si lo que quiero es tocar el bajo?”. Hoy en día lo veo muy diferente, valoro mis años de formación en la composición, porque fueron los me ayudaron a encontrar mi camino y mi voz propia en el instrumento y en la docencia. Hace años me dedico a tocar Chord Melody en el bajo eléctrico, y siento que ese lenguaje lo desarrollé en gran parte gracias a la carrera de composición y arreglos que decidí terminar.

Photo by Theo Lafleur

Tras tu paso por Berklee te mudaste a Nueva York y permaneciste allí varios años para luego volver a tu Buenos Aires natal. ¿Qué nos puedes contar de tu experiencia como bajista en la Gran Manzana? 

Viví 15 años en Estados Unidos, del 2004 al 2019. Estuve 4 años en Boston y 11 en Nueva York. Siento que esos años fueron una formación tremenda para mí, a nivel musical y también en lo personal.

Al terminar los estudios en Berklee, muchos egresados volvían a sus ciudades y países natales, otros se iban a vivir una experiencia en Los Angeles, y otros a New York. Yo tenía una fascinación por la Gran Manzana, además buscaba formarme como músico en el ámbito del jazz, y muchos de mis amigos ya se habían mudado allí, por lo que la decisión fue fácil para mí.

Yo ya me había insertado en la escena musical de Boston; tenía bastante trabajo tocando latin jazz, tango y jazz, por lo que en mi primer año viviendo en New York, viajaba en bus (8 horas ida y vuelta) una o dos veces por semana para tocar en Boston. Mi primer etapa en la ciudad no fue fácil, aunque sí muy estimulante; el costo de vida en la ciudad era elevado, tenía algunos ahorros del último año en Boston, casi no tenía trabajo y le decía que sí a toda oportunidad musical que se me presentaba. Tocaba en muchísimos proyectos musicales, algunos de jazz, otros de fusión, con cantantes, tocando tango y música latina también. El objetivo era llegar a fin de mes, y a través de tocar aproximadamente 200 shows por año, lo pude conseguir, y de paso tener una ganancia real en mi vida: aprender muchísimo.

En mi segundo año en la ciudad, a través de una audición muy extraña para tocar con una supuesta artista pop, conocí un baterista de la escena del gospel, que me invitó a ir a una jam en su iglesia. Luego de aquello, me llamaron para tocar en una iglesia (Baptist Church) en Brooklyn, y terminé tocando en iglesias gospel todos los domingos durante 6 años. Tocar gospel cambió mi vida para siempre, fue mi gran escuela musical; allí se prioriza tocar de oído, acompañar las emociones del discurso, generar energía y emoción con lo que uno toca, y sobre todo: un groove que te haga sentir bien. Simultáneamente a eso, también entré en la escena de música colombiana y peruana, llegué a tocar con algunos de los artistas más importantes en ambos estilos.

Yo tuve una formación académica muy fuerte en mis primeros años de estudio musical, y luego al tocar gospel y música latinoamericana, en donde se prioriza tu oído, tu «feeling», y tu capacidad de acción y reacción, sentí que tuve un camino musical muy integral. Esa formación que tuve, uniendo el mundo académico con el mundo de tocar «de oído» y conectando con las emociones, es el que busco comunicar en el contenido y en el mensaje de mis cursos de música.

El nivel musical en Nueva York es increíble, pude conocer y tocar con músicos fuera de serie en diversos estilos de música. Estuve en situaciones de extrema presión, y tuve que poder responder ante requerimientos de lectura, de tocar de oído, de acompañar y de poder improvisar. Siento que esos 11 años completaron una etapa de un aprendizaje impensable para mí. En mis últimos años como new yorker, me dediqué principalmente a tocar en giras; viajé a más de 40 países, desde India, Madagascar, Zimbabwe, Nepal, Japón, y casi toda Europa y América. La posibilidad de viajar la siento conectada con vivir en New York.

Después de la llegada de mi hija Jas, que nació en New York, nos comenzó a cambiar un poco el panorama. Sentimos que la calidad de vida para una familia no era muy buena en la ciudad. Me di cuenta de que aquel sueño que tuve de vivir en la Gran Manzana, no era a largo plazo sino una etapa y una experiencia de formación. En el 2019 decidimos volver a Buenos Aires para estar cerca de la familia, y darle una mejor calidad de vida a nuestra hija, y por mi parte, para poder conectar con canciones y cantantes increíbles que encuentro en Argentina. Sigo conectado y trabajando en proyectos en New York, viajaría mucho más si no fuera por la pandemia. Estamos felices con la decisión y con la experiencia de haber vivido tantos años allí.

 

Parece que tu faceta más conocida es la de los dúos con cantantes, muchos de ellos grabados en tu apartamento de Nueva York. ¿Crees que los formatos pequeños favorecen un papel más melódico y armónico del bajo que otros más numerosos?

Hace muchos años que estoy explorando el formato de tocar a dúo, de hecho mi primer grabación con una cantante en el formato bajo y voz fue con Marina Wil en el año 2002, ¡grabamos en cassette con una portaestudio!

En mis años de formación en Berklee, dos docentes que admiro muchísimo (Joe Lovano y Jamey Haddad) en clases diferentes, y sin conexión entre ellos, nos sugirieron lo mismo: que toquemos a dúo con cualquier instrumento. El formato del dúo es una gran escuela, te permite trabajar en fortalecer tu musicalidad de una forma integral (mantener el tempo, el groove, la forma, las dinámicas, y al mismo tiempo ampliar tus posibilidades de comunicación musical).

En esos tiempos tocaba a dúo con quien me cruzaba: bateristas, percusionistas, pianistas, cantantes, saxofonistas, trompetistas, y más. En los últimos tiempos me dedico principalmente a los dúos de bajo y voz.

Tengo más de 300 vídeos a dúo con cantantes, y durante un año entero toqué dúos de bajo y voz en vivo en Buenos Aires, siempre con cantantes diferentes, y cada semana un repertorio nuevo. Todo eso es porque tengo sed de aprender. No me interesa tanto lo superficial del resultado (si la música sale perfecta, si tiene muchas vistas, si mi bajo se destaca), lo que busco es aprender y disfrutar de la posibilidad tan increíble de tocar y tener un diálogo musical con voces increíbles!

Ya que para mí es una gran escuela, paso el mensaje que recibí de esos grandes maestros: toquen a dúo, aunque sea como un ejercicio. Van a ver que en ese formato tan despojado, van a percibir con claridad el lugar en el que están, y mejor aún, van a tener muchas ideas y claridad acerca de qué estudiar para avanzar en su música.

Photo by Theo Lafleur

 

Otra faceta por la que eres muy conocido es tu labor didáctica con los cursos de todo tipo que has sacado. ¿Cuándo empezaste con esto y cuántos cursos están funcionando actualmente?

Me apasiona la docencia desde siempre, aunque antes de la pandemia tenía la agenda llena con conciertos, grabaciones y giras. En marzo del 2020, cuando el mundo se cerraba y todas mis giras se iban cancelando, decidí aventurarme a hacer algo que quise desarrollar por mucho tiempo: mi primer curso de música online.

Así nació el “Curso de Cuarentena”, que incluye clases todos los días durante 14 días (algunas pregrabadas y otras en vivo), trabajamos en mi metodología de estudios propia, que desarrollé y que estudié con constancia durante más de 20 años. Este, y todos mis cursos, tiene el foco en siempre conectar la teoría musical, con la música y con las emociones.

El Curso de Cuarentena tiene muchísimo contenido musical y de teoría siempre aplicada a la música, pero sobre todo te enseña como practicar, priorizando tus objetivos particulares, y tu búsqueda personal.

Hoy en día tengo 8 cursos en español: Curso de Cuarentena, Iniciación al bajo eléctrico, Iniciación a la teoría musical y audioperceptiva, Chord Melody, Improvisación, Composición y rearmonización, Curso de sesionista, Curso de Walking Bass lines.

El último es gratis, y los demás tienen un precio extremadamente asequible. La mayoría son cursos de 14 días (siempre con acceso ilimitado, no expira nunca el acceso al material), con información para meses o inclusive años de estudio.

¿Estás trabajando en la preparación de otros cursos o de algún otro tipo de material didáctico?

En breve voy a publicar mi libro de Chord Melody y Teoría Musical para bajistas. Es un material en el que vengo trabajando hace más de 6 años, allí compartiré todo lo que aprendí en Berklee con respecto a la teoría musical, pero desde la perspectiva del bajo eléctrico.

Siento que el contenido didáctico para bajistas siempre tiene un foco en técnicas o estilos musicales, pero no tanto en la música y en la teoría musical aplicada. Mi libro va a darte herramientas para avanzar como músico y como bajista, además de profundizar en los recursos de Chord Melody que te darán recursos para poder hacer arreglos para tocar melodía y acompañamiento de las músicas que quieras.

Próximamente, también planeo editar 3 cursos nuevos: uno de iniciación a la lectura musical para bajistas (se llamará “leer es aburrido”), otro de audioperceptiva armónica (cuyo título será “Cómo triunfar en la música y tener amigos”). Por supuesto los nombres son en broma, pero me gusta la idea de romper, en todo sentido, con lo rígido de la educación musical tradicional. También voy a editar un curso llamado “El bajo latinoamericano”, analizando diferentes estilos de folclóricos latinos en el bajo eléctrico.

Photo by Theo Lafleur

 

Yo he tenido la suerte de hacer todos tus cursos y puedo afirmar de primera mano que nos sólo hay una cantidad de información increíbles sobre escalas, acordes y su aplicación práctica en música que escuchamos a diario, sino también unas rutinas de estudio muy precisas donde la base es la repetición durante periodos de tiempo concretos (10-15-30 minutos) y el compromiso de repetir dichas prácticas a diario. ¿Qué beneficios tiene para un músico este enfoque de estudio?

Antes que nada: gracias por hacer los cursos. Sabes que agradezco, y valoro muchísimo a cada una de las personas que se suman y confían en mí para estar en este lugar, compartiendo ideas y música.

Respondiendo tu pregunta, pienso que desarrollar una rutina de estudios (y, sobre todo, cumplirla) es, en mi experiencia, lo que nos hace avanzar con más fuerza y más rápidamente en la música. ¡Tiene beneficios ilimitados!

Yo pienso que tenemos que desarrollar ejercicios que abarquen al mismo tiempo diferentes universos musicales: lo rítmico, lo melódico y lo técnico. Y aconsejo anotar lo que uno practica, estudiar en 12 tonos y estudiar con reloj (temporizador, o timer) para medir y optimizar tu tiempo. Esto es lo que trabajamos en mis cursos, en especial en el Curso de Cuarentena, en donde el foco es crear tus propias rutinas de estudio. ¡Allí vemos formas para que tus sesiones de práctica siempre sean entretenidas, musicales, inteligentes y creativas!

En los vídeos apareces con un montón de bajos vintage de 4 cuerdas pero con los dúos sueles usar un 5 cuerdas con Do Agudo. ¿Tienes alguna preferencia o sencillamente usas el instrumento que consideras más apropiado según la circunstancia?

El tipo de bajo eléctrico que a mi más me gusta es el de 4 cuerdas; siento que es el que me permite ser más libre y el que más resuena conmigo cuando toco el bajo. Más allá de mi faceta como solista en el bajo, tengo una que no muestro mucho en redes sociales, y es la de ser un bajista sesionista en grabaciones y TV. Allí priorizo el bajo de 4 cuerdas y el sonido clásico; casi siempre uso un Rickenbacker 4003, o un Fender Precision de 1968 (ambos con cuerdas lisas) para grabaciones o shows en vivo. Tengo una colección de bajos que me encanta, la mayoría bajos clásicos y de 4 cuerdas, y a todos los uso.

Para los arreglos de bajo solo, o dúos de bajo y voz, toco un hermoso bajo Lorita de 5 cuerdas con el C agudo (afinado: E, A, D, G, C).

Las 5 cuerdas con el C agudo me permiten tocar con comodidad lo que escucho en mi imaginación, sin necesidad de extender mi mano izquierda a un registro tan extremo. Ese bajo y ese sonido se volvieron mi voz propia en la música, y me dan libertad para hacer música.

Háblanos de tu bajo Lorita Signature

Es el bajo más hermoso y cómodo que toqué en la vida, estoy fascinado con ese instrumento desde el minuto cero.

Con Xavi Lorita, luthier catalán, a través de los años hemos tenido una relación colaborativa y simbiótica muy positiva. Compartimos una búsqueda muy genuina por avanzar en lo que hacemos: siempre mejorando y en la búsqueda de hacer algo nuevo.

Mi bajo está diseñado en función de lo que para mí es importante en un instrumento para tocar chord melody, aquí algunas de las particularidades del mismo:

  • Escala 33″, lo que me permite acceder cómodamente a todas las posiciones en el diapasón
  • Diapasón de ébano con bloques, es una combinación que me encanta y me resulta muy cómoda en lo visual, en todo sentido
  • Distancia 19 mm en el puente, es lo que siento más efectivo para la técnica de chord melody, en especial cuando toco de forma más percusiva
  • Electrónica pasiva: vol + vol + tono. Tuve bajos activos pero me dieron problemas en diferentes giras, por eso decidí utilizar bajos pasivos, que tienen además el sonido que más me gusta.
  • Salida estéreo: pastillas y piezo eléctrico. Me gusta tener salidas independientes, para poder mezclar mejor la señal del piezo (con su preamp correspondiente) y el sonido de las pastillas.
  • Trastes de mandolina: me resultan extremadamente cómodos, en especial para tocar polifónicamente (varias notas simultáneas).
  • Cuerdas Black Nylon (La Bella, 750 N) con el C agudo. Siento que son perfectas por su calidez en el sonido; cantan en los agudos y los graves son redondos. Además, al ser lisas, no tienen tanto ruido cuando mis manos se desplazan por el diapasón.
  • Es increíblemente cómodo, eso me permite tocar cosas que antes ni podía imaginar.

Foto Tatiana Motlak

 

Hasta la fecha tienes un CD bajo tu nombre (Upbeat, 2011) y uno a dúo con la cantante Sofia Ribeiro (Lilás, 2014). ¿Tienes planes de sacar pronto algún trabajo discográfico más?

En el 2019 salió también ¨Un silencio que llegó de lejos”, un disco grabado en vivo en Muri, Suiza, a dúo con Marta Gómez, una tremenda artista colombiana. No hubo mucha repercusión porque fue editado solamente en vinilo por la discográfica suiza Newvelle, lo cual a mí me parece muy interesante.

En estos momentos estoy en Buenos Aires grabando un disco a dúo con Laura González, una cantante increíble con la que hace tiempo tenemos un dúo. Será un disco de canciones en español que pensamos editar pronto. Lo estamos grabando en los estudios de Lito Vitale, un nombre que seguramente resultará familiar para muchos músicos por su dilatada carrera.

 

¿Qué le recomendarías a los bajistas que están estudiando y no tienen claro si dedicarse profesionalmente a la música o no?

Les recomendaría que piensen que dedicarse profesionalmente a la música no es mejor ni peor que no hacerlo. A veces encontramos una idealización generalizada con respecto a la idea de ser un músico profesional.

Yo creo que lo mejor es conectarse con el objetivo real que cada uno tenga en cada momento, e ir por eso. Los intereses pueden ser muy variados: tener un proyecto propio, tocar en tu casa una vez por semana, saber improvisar, ser un músico profesional, tocar rápido, tocar diferentes estilos, tocar en profundidad solo un estilo, saber tocar de oído, saber leer música, ser un docente. Todos los objetivos son igual de buenos, por eso les aconsejo tomar un momento para meditar sobre cuáles son sus verdaderos objetivos, para luego ir por ellos con todo.

Indícanos por favor dónde podemos encontrar tus cursos y tu música.

Mis cursos están en: https://andresrotbasslessons.com/

(también la pueden encontrar como andresbass.com)

En Instagram me encuentran como @andresrot y en Facebook: Andrés Rotmistrovsky

Muchas gracias por todo, Andrés. Seguiremos atentos tu evolución y por supuesto aprovecharemos para dar buen uso de tu sección de didáctica en estas páginas cada número.

Joaquín García

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