Revista de Bajos

Fender Precision Custom Shop Pino Palladino Signature

Supongo que el nombre de Pino Palladino sugiere muchas y buenas cosas a la mayoría de los lectores de BAJOS Y BAJISTAS, pero para quien no tenga el placer de saber de quien hablamos, solamente decir que en su inmenso y exquisito currículum se encuentra haber tocado con músicos de la talla de Jeff Beck, The Who, Eric Clapton, Simon & Garfunkel, John Mayer, Paul Young, David Gilmour, Tears for Fears o Don Henley. Muchos son los bajos que Pino ha utilizado a lo largo de su carrera, pero su arma principal es un Precision del 62 que Fender decidió, hace ya unos cuantos años, incorporar a la serie Artist de su Custom Shop, con buen criterio y mejor resultado. Pero no anticipemos conclusiones y vamos a ver como se produjo la conversión incondicional del incrédulo que esto escribe.

Cuando allá por 2005 o 2006 (no tengo el dato exacto) tuve conocimiento de que Fender ponía en producción el bajo que hoy revisamos, no puede remediar dos sentimientos contradictorios. Por un lado me alegré de que otro nombre ilustre se incorporara a la escasísima lista de bajos signature de Fender, ya que siempre me ha parecido un agravio comparativo la cantidad de guitarras signature que tiene y saca la marca cada año. Pero por otro lado, cuando me enteré que el precio de lista oficial superaba los 4.000 euros (en las tiendas, con los habituales descuentos, se encuentra por algo más de 3.000 euros) pensé: ¿Pero qué puede tener un Precision para costar ese precio?

Sinceramente, en un juicio absolutamente a priori y basado en una intución sin base real alguna, siempre había pensado que debía ser un muy buen bajo pero una sobrada de Fender, para caprichosos y frikies pudientes, dado el precio.

Pero con el paso del tiempo iba leyendo en foros, tanto americanos como españoles, muchas cosas que me hacían dudar de si esta opinión preformada sería correcta o no. Prácticamente todos los intervinientes que tenían uno lo ponían por las nubes y entres quienes no lo tenían iba detectando un creciente deseo de tenerlo. Incluso me atrevo a afirmar que para muchos, incluidos quienes no tienen querencia natural a Fender ni a Precison, empezaba a convertirse en un bajo de culto. Tanto es así que me dije: tienes que probar uno para ver exactamente de qué se trata. Y con las mismas, pedí a Todobajos, que ya ha tenido y vendido unos cuantos en los últimos años, que me facilitase uno para la prueba, “deseo” que me fue concedido al instante y muy cordialmente, como siempre.

Construcción y electrónica

Quizás esta resulte la prueba más atípica que jamás he escrito para una revista, ya que va a consistir mucho más en contaros mi experiencia con este instrumento que una “review” ortodoxa enumerando características tecnicas o constructivas.

A estas alturas no creo que haya que decirle a nadie lo que es un Precision ni los controles o pastillas que lleva. Así que hago un breve recorrido del instrumento de arriba hacia abajo y me pongo a hablar de lo que pasa cuando se toca. Quien quiera los detalles constructivos puede consultarlos en la tabla de especificaciones al final del artículo.

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El claviero es el típico de los Fender de los 60, de giro invertido (invertido con respecto a lo que estamos habituados desde los años 70, aunque no sé por qué llamamos invertidos a los originales cuando debería ser al revés), el mástil de arce con corte transversal ya que así la dureza y consistencia de la pieza de madera es mucho mayor, el diapasón de palosanto escogido, el cuerpo de aliso ligero y las pastillas están bobinadas según las especificaciones del propio Pino Palladino para logar su tono. Dicho lo cual, además de que el mástil tiene perfil de tipo “C”, que todo el bajo (tanto madera como metal) tiene un acabado relic no muy exagerado, y que como todos los Precision “normales” tiene control de volumen y control de tono, hemos descrito el bajo en su totalidad desde el punto de vista de sus especificaciones fundamentales. Acabado en Fiesta Red y con golpeador de concha de tortuga, su estética es, sin lugar a dudas, la que pretende, la de un bajo de principios de los 60 con todo el sabor de aquella época, tan lejana como atractiva para muchísimos músicos.

Mención especial merece, en este breve apartado despcriptivo, que el bajo viene de origen con las mismas cuerdas que uitiliza Pino Palladino, unas Tomastik-Infeld Jazz Flat Wound (de entorchado plano) calibre 43/56/70/100. Importantísimo este detalle ya que juegan un papel relevante en la magia de este instrumento. Se me hace rarísimo ver que un instrumento Fender venga con unas cuerdas que no sean de la marca, pero es que este bajo está diseñado, construido y comercializado bajo las especificaciones exactas del señor Palladino y él tiene muy claro que estas cuerdas son para este bajo y este bajo para estas cuerdas. Y lo decimos porque lo hemos probado con otras y no es lo mismo.

Sensaciones en las manos

Como ya hemos explicado antes, me enfrentába a la prueba del Fender Precision Pino Palladino Signature con dosis de curiosidad y excepticismo repartidas a partes iguales. He de reconocer que a mí todo lo “vintage” me tira y que tener un Precision y un Jazz Bass de los 60 es una ilusión con la que me temo que me iré de este mundo sin cumplir, dados los precios que se manejan en este tipo de instrumentos y la dificultad, casi diría yo imposibilidad, de conseguirlos en nuestro país. Por eso las reediciones de la Custom Shop de Fender me enganchan como oportunidad de vivir esa experiencia de tacto y sonido algo más al alcance de la mano que los ultra caros originales.

En estas condiciones anímicas saqué el bajo de su estuche. Vaya por delante, y para que no se me olvide reseñarlo, el estupendo despliegue que hace Fender con sus instrumentos Custom Shop: estuche duro tipo “vintage tweed”, correa, cable, púas de la Custom Shop, gamuza limpiadora y certificado de autenticidad. Pues eso, que saqué el bajo del estuche con unas ganas especiales, más como si me lo hubiese comprado y me acabase de llegar que como lo que era en realidad, un acto de trabajo.

Sent

Lo primero que me sorprendió es su ligereza para tratarse de un Precision. Parece cierto a todas luces que eligen un aliso de bajo peso para la fabricación del instrumento. Como hago siempre antes de enchufar el instrumento a un ampli, me senté y toqué un rato con el bajo desenchufado. Las cuerdas lisas (¡hacía mucho tiempo que no tocaba un bajo con cuerdas así!) le otorgan una suavidad de ejecución extrema, y aún más las Tomastik Infeld elegidas, porque aún estando perfectamente afinadas transmiten baja tensión, menos tensión que otras cuerdas lisas y por supuesto, bastante menos que cualquier cuerda de entorchado redondo. No me llamó la atención especialmente su resonancia acústica al tocarlo sin amplificar, pero también es verdad que las cuerdas lisas no ayudan nada a ello, ya que por naturaleza tienen menos armónicos y sustain que las redondas y por tanto no se escuchan con la misma contundencia acústica “a pelo”.

Muy cómodo de tocar, en parte por todo lo dicho sobre las cuerdas y en parte porque el suave perfil en “C” de este bajo rápidamente liberó a mi mano izquierda del típico estrés de los mástiles tochos de los Precision clásicos. Aunque la anchura del mástil sí es la máxima que se puede encontrar en un Precision (44, 45 mm), típica de los modelos en los años 50 y 60, ya que en los años 70 esa anchura se redujo hasta los actuales 41,3 mm, la mano no necesita abarcar demasiado porque ya digo que el perfil suave en C hace que el mástil se recorra con gran facilidad.

Otra de las sensaciones de comodidad la da el hecho de que el barniz del mástil esté bastante desgastado como consecuencia del acabado “relic”. Según me informaron en Fender, a quienes consulté directamente, cada ejemplar de Pino Palladino sale de California con un acabado diferente en lo que a “relic” se refiere, en unos más pronunciado y en otros menos, por lo que resulta imposible trasladar esta sensación por igual a todos los demás Pinos Palladinos que hasta ahora anden circulando por ahí o los que puedan nacer a partir de hoy. Pero tomando como punto de partida el ejemplar con el que hicimos esta prueba, que tenía un desgaste de 7,5 sobre 10 en el barniz del mástil, me encanta esa sensación con la que la mano se desliza por un mástil más cercano a la madera desnuda que a la cosmética del brillo. Sé que esta sensación no es compartida por todo el mundo, pero a mí cuando un instrumento está nuevo y la capa de poliuretano es gruesa, como es el caso de las reediciones de los bajos de los 60 sin “relicar”, me resulta ralentizadora de los movimientos y más todavía en cuanto la mano suda lo más mínimo.

Así pues, excelentes sensaciones de instrumento “viejuno” y clásico donde los haya las que llegaron a mis manos en el primer contacto. ¿Pero qué le iba a pasar a mis oídos? Llegó el momento de escucharlo de verdad y lo conecté a mi combo Mark Bass en casa. ¿Qué escuché?

Sensaciones en los oídos

Pues en primera instancia, el bajo no me dijo nada especial. En la soledad de mi habitación/estudio lo enchufé, toqué durante más de una hora, yo solo, sobre discos, mezclado con algunos playbacks de grabaciones multipistas silenciando la pista del bajo grabado, en fin, todo lo que se me ocurrió y tenía a mi alcance. Pensé que estaba ante un buen Precision que con sus cuerdas lisas me retrotraía a sonidos de épocas pasadas y no mucho más. Igualmente pensé que posiblemente con cualquier otro Fender Precision de gama alta, incluido por supuesto el American Standard, podría obtener resultados parecidos. Evidentemente solo lo pensé, porque no podía comprobarlo en ese momento. Este fue el momento de mayor escepticismo con este bajo. No podía imaginar lo que pasaría horas y días después.

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Esa tarde tenía ensayo y me lo llevé al local. Allí tenía mi bajo habitual: un Precision del 78, el polo opuesto a este ya que es un bajo con cuerpo de fresno y diapasón de arce, y además pesado como una losa. No dije ni una palabra a mis compañeros de banda, y tras hacer algunos temas con el bajo de siempre, saqué el Pino. Casi ni cuenta se dieron, porque están tan acostumbrados a que les lleve bajos distintos que ya ni se enteran. Pero ¡ay amigos cuando empezamos a tocar! Las cabezas del resto empezaron a girarse y a mirar qué bajo tenía entre manos en ese momento. Estaba sucediendo algo que no me pasaba desde hace muchísimo tiempo, exactamente desde que utilizo bajos de gama alta que todos suenan bien: la banda entera alucinando por el sonido del bajo. ¡Y yo el primero! ¡Qué manera de empastar en el sonido de la banda! ¡Qué concreción en cada nota! ¡Que fácil identificar el sonido del bajo al mismo tiempo que llamaba la atención por su redondez, rotundidad y calidez en el tono!

Nada más terminar esa canción escuché frases como “pero tío, ¿eso qué es?”, “aquí no vuelvas a traer otro bajo que no sea éste” o “nos hace sonar mejor a todos los demás” y cosas por el estilo. La sorpresa fue mayúscula. Nunca, y lo digo con toda la solemnidad de la palabra, nunca había tocado con un bajo que encontrase un sitio tan dulce en la mezcla. Seguí tocando toda la tarde y acabé fascinado y también los compañeros, todos ellos con tantos años de carretera y profesión que perfectamente podrían ser igualmente considerados “vintage”.

Días después toqué con “mi” Pino Palladino en el bolo del fin de semana, enchufado a mi stack de Mesa Boogie y las reacciones fueron las mismas. Algunos amigos que nos ven habitualmente me comentaron que había cambiado de bajo y que cómo se notaba (¡viniendo de tocar con un Precision del 78 original, que no es moco de pavo!). Incluso en mi mujer, que ha visto pasar por mis manos bajos y bajos y que todos le dicen lo mismo, observé una clara tendencia a querer decir “vende alguno de los que tienes que son todos iguales y comprate éste, que suena que impresiona”.

En ensayos posteriores, y estirando al máximo en el tiempo la amabilidad de Todobajos y el hecho poco frecuente de que si a un bajo de estos le das un golpecito y le haces una marca no pasa nada, probé a cambiarlo de cuerdas, en concreto un día con unas D’addario Chrome lisas y otro día con unas Sadowsky de entorchado redondo (nickel). Absolutamente nada que ver con las Tomastikc Infeld con las que viene. Con las lisas e D’addario sonaba bien pero más agudo tímbricamente, más moderno, menos redondo. Con las de entorchado redondo sí que se convirtió en un buen Precision, sin más, como otros cuantos que he probado.

Llegados a este punto es impresicindible decir que estoy hablando maravillas de este bajo pero puesto en el entorno de una banda de rock clásico y blues en la máxima extensión de la palabra. No creo que haga falta decir que su excepcional carácter sesentero ni por asomo encaja en bandas y repertorios de otro tipo, ni es planteable para hacer slap ni cosas de ese tipo. El bajo es lo más parecido que uno puede soñar a tener un bajo de 1962. Es más, me atrevería a decir que en muchos casos mejor, porque un bajo por el mero hecho de haber “nacido” hace 50 años, no es sinónimo ni de que suene bien ni de que esté en buenas condiciones de tocabilidad. Y sin embargo, comprar un Pino Palladino es tener un instrumento fabricado hoy con la máxima calidad y garantía pero con todo el sabor y respuesta en sonido y tacto de un instrumento de los años 60.

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Conclusiones

Todo lo expuesto anteriormente se puede resumir diciendo que el Fender Precision Pino Palladino tiene un timbre que cuando tocas en soledad en tu casa o en la tienda no se puede valorar, pero cuando entras en banda, se abre sitio como nunca he visto igual entre batería y guitarras. Su timbre está en una frecuencia que no entra en coincidencia ni con los graves del bombo ni con los medios de las guitarras. Adquiere un sitio propio en toda la integridad de su sonido, con los graves que quieras gracias al excelente y uniforme rendimiento de su control de tono y los medios naturales de las buenas maderas y de sus pastillas personalizadas.

Puedes estar bien seguro: tiene una fuerza y definición que nunca nadie volverá a poder decirte que no distingue el bajo entre la catarata sonora de tu grupo.

Apéndice (escrito 5 días después de escribir lo anterior)

¡Me he comprado el bajo que probé! Es algo que jamás me había pasado antes, así que mirad si hablaba en serio a lo largo del artículo…

Jerry Barrios

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